Irónico, directo, espontáneo, mordaz, natural, ácido, crítico, divertido, apasionado, categórico, nostálgico, alegre, cercano… Son algunas de las aristas de una personalidad arrolladora y llena de matices, la del periodista gallego Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978), que presentó en Salamanca ‘Malaherba’, su última novela.
Ante un auditorio repleto y rendido, Jabois les puso en bandeja la posibilidad de disfrutar durante un par de horas de sus recuerdos de la infancia y la adolescencia, algunos muy sorprendentes, y también de sus reflexiones sobre las redacciones de periódicos a las que, como buen reportero, se confiesa alérgico-; no así a la mayoría de sus inquilinos.
La presencia de Jabois en Salamanca supuso el punto de partida para el ciclo ‘Periodistas para una nueva era’ con el que renuevan su colaboración la librería Letras Corsaria y la Asociación Salmantina de Periodistas (ASPE). A lo largo de los próximos meses, numerosos autores recalarán en la capital del Tormes para encontrarse con su público y todos unidos por el nexo común del periodismo.
Un oficio que se aprende ejerciéndolo
Durante casi dos horas, el periodista al que actualmente podemos escuchar en la cadena SER y leemos en El País, desgranó los pormenores de su faceta de escritor y navegó sin tapujos por su día a día como profesional de la información. Convertido ya en uno de los periodistas más respetados de su generación, Jabois corteja en ocasiones con ese nuevo periodismo que trenza la actualidad con la narrativa como un interesante recurso para acercarse a sus seguidores. Y todo empezó en el Diario de Pontevedra. Allí, reveló, comenzó a labrarse un camino que bien podría haber pasado por Salamanca para formarse en su universidad “para lo que mis padres me dijeron que estaban dispuestos a hipotecar su casa”. “Era capaz de sobrellevar la presión de tener que aprobar pero la de que mis padres se quedaran sin casa, ya no”, ironizó este amante del relato periodístico que defiende la titulación como llave de acceso al ejercicio periodístico pero sin dejar de reconocer que se trata de un oficio “que se aprende ejerciéndolo”.
Aquella pasión casi adolescente por contar cosas que le llevó a escribir hasta seis noticias sobre el 11-S -“y eso que los pilotos no eran gallegos”-, evolucionó de forma natural dotándolo de recursos y de madurez para no perder la calma y saber responder a cada desafío siendo capaz de ofrecer un producto digerible a su audiencia. Una capacidad, la de saber jerarquizar para mantener la tensión del relato, que también se percibe en sus libros y en sus crónicas radiofónicas, que también despertaron el interés de un público muy participativo.
El lado positivo de las redes sociales
Las redes sociales como reducto periodístico y patio de vecinos global dejaron ver al Jabois optimista, quien en sus visitas a las Facultades de Comunicación invita a los alumnos a utilizar las redes sociales para proyectar sobre ellas “lo mejor”. Son, además, una estupenda oportunidad para conocer gente y promocionarse profesionalmente tal y como le sucedió al propio Jabois, cuya ‘ciberamistad’ con David Gistau le abrió las puertas del diario El Mundo, primera parada de su desembarco nacional recién llegado de Galicia.
Precisamente el que fuera director de aquella cabecera, David Jiménez, también aterrizó hace meses en Salamanca invitado por la ASPE y Letras Corsarias cuando presentaba ‘El Director’, el libro que hizo temblar al periodismo desde los cimientos hasta la cúspide. Amigo de Jiménez, al que considera “un gran reportero”, Jabois aseguró no entender por qué, quien empezara como becario en la cabecera fundada, entre otros, por Pedro J. Ramírez, y llegara a ocupar el despacho de dirección, apuntó con sus palabras a sus compañeros de redacción. “Hace tiempo que no nos vemos pero cuando volvamos a coincidir le preguntaré por qué lo hizo”, aseguró el periodista gallego que lamentó que a ‘El Director’ le faltara contexto para referirse “a profesionales que, por múltiples circunstancias, actúan como actúan y están bastante puteados en su día a día como para que llegue su antiguo jefe a ponerlos verdes en un libro”.
Aún así, le parece muy importante y muy valioso que alguien que haya ocupado un cargo tan importante revele caminos, contactos e influencias del periodismo con el poder como hace David, y desnude muchas prácticas que afectan a la credibilidad de nuestro oficio, por eso cree que el libro es importante y valioso, y le apena más el salseo de subordinados y motes porque a su modo de ver rebajan la historia.
Sobre ‘Malaherba’, Jabois confesó que algunas críticas indican “que la verosimilitud de la historia gana en la segunda mitad del libro y es curioso porque a esa parte le encuentro muchas cosas mejorables». «Si lo llego a saber, meto alguna falta de ortografía», apostillo entre risas, una constante de su presencia, sazonada en todo momento por anécdotas. Sin duda, otra visita para el recuerdo.
Pingback: Manuel Jabois y el oficio de contar historias – Elena Martín