La Asociación Salmantina de Periodistas (ASPE) y la asociación Alumni de la Universidad de Salamanca organizaban el 31 de marzo su primer evento conjunto. Se trataba de una charla, denominada ‘Comunicación y pandemia’ y llevada a cabo en el Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca, que mostraba cómo se está comunicando institucionalmente la pandemia del covid-19 desde las instituciones, centrándolo en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca y en la Universidad de Salamanca.
Diego Matos, presidente de la ASPE y director de Comunicación del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, revelaba cómo el origen de la pandemia y el confinamiento derivado de ella cambiaba el funcionamiento de los hospitales y las tareas de su departamento: “Cuando todo estaba cerrado, los hospitales estaban abiertos. Informativamente, también tuvimos que ‘abrirlos’ para proporcionar datos de fallecimientos, contagios, hospitalizaciones… Tuve que concienciar a los sanitarios de que era necesario atender a los medios de comunicación para que transmitieran a la sociedad cómo afectaba el virus y cómo se atendía a los ingresados. Las nuevas tecnologías nos ayudaron a difundir lo que queríamos, pero también nos generaron algún problema a través de noticias falsas creadas por la ciudadanía. Sirva como ejemplo que un viernes por la noche me llamaron del Ayuntamiento de Salamanca para decirme que las dependencias de la Policía Local y su central de llamadas estaban colapsadas porque la gente quería donar máscaras de buceo dado que alguien inventó que las había pedido el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca para proteger a sus trabajadores. Este caso era ajeno a los medios, pero hay que contrastar la información. Además, el que los empleados de algún hospital se grabaran vídeos bailando o pasándoselo bien, perjudicaba nuestra imagen y creaba la idea de que no había que preocuparse por el virus”. Para Matos, el coronavirus, además de variar fórmulas de trabajo periodístico y dañar a la profesión con despidos, Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, reducción de ingresos o ampliación de asuntos a tratar por un redactor, “ha dejado nuevos vocablos, como ‘covid-19’, ‘vacunódromo’…”.
La directora de Enfermería del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, Verónica Sánchez, también multiplicaba sus funciones en cuanto se decretaba el estado de alarma en 2020: “Pasé de ser una enfermera a una fuente de información que tenía que pasar datos oficiales a sus superiores y a ser la persona a la que su entorno demandaba noticias de primera mano. Esa transparencia ha sido un valor para el sanitario y para la población, aunque a veces se infundiera miedo. En cuanto a nuestra labor, los medios de comunicación han transmitido que los sanitarios estamos cansados y que nos hemos dedicado a una patología desde que surgía el covid-19. La enfermería también ha dedicado tiempo a desmentir bulos”. A pesar de desechar la terminología bélica utilizada por varios políticos, que se refieren al coronavirus como “el enemigo”, Sánchez se queda con el aprendizaje comunicativo que le deja la pandemia: “Nunca había consumido tanta información y menos de ámbito sanitario. He aprendido a percibir a la prensa de otra manera, no como un inconveniente”.
Aunque su responsabilidad estaba más vinculada a organizar que a proporcionar datos, Luis Félix Valero, coordinador de Políticas Preventivas y Salud Pública de la Universidad de Salamanca, exponía que “los sanitarios fueron la mejor fuente en el inicio de la pandemia” y que “ahora se informa más de salud mental porque el covid-19 ha acrecentado la preocupación por ella”. En cuanto a su relación con los medios de comunicación desde el confinamiento, Valero aseguraba que “es buena, si bien hay titulares que distorsionan el mensaje de la Universidad de Salamanca, que ha atendido las peticiones requeridas y ha comunicado sus movimientos”.